No existe la política monetaria neutral. Una moneda débil beneficia a los exportadores porque ganan competitividad (al resto del mundo le es más barato comprarles cosas) a costa del poder adquisitivo de sus compatriotas. Por un mecanismo análogo, una moneda fuerte beneficia a los importadores.
Y mientras existan varias monedas (que obviamente nunca van a valer lo mismo) una siempre va a ser más fuerte que algunas y más débil que otras. Quizás si todos usásemos Bitcoin o viviéramos en el mundo que Hayek soñaba en La Desnacionalización del Dinero esto no ocurriría (creo, no he leído el libro), pero no es el caso.
Y como no es el caso, hay que elegir. Lo que elija Europa no será demasiado relevante porque, bueno, Europa no es demasiado relevante. Pero EEUU sí, y mucho. También China.
China tiene una estrategia clara: exportar, exportar y exportar. Así que el gran misterio será qué hará EEUU. Trump parece apostar cada vez más por un dólar débil, mientras que el Partido Demócrata siempre ha sido más cercano a la élite financiera de Wall Street (sí, sé que en la cultura popular podría parecer lo contrario), los grandes beneficiarios de un dólar fuerte.
Ahora bien, el dilema monetario es mucho más profundo de lo que podría parecer a primera vista, y tiene muchas más capas que el “exportadores v. importadores”. Veámoslo en detalle.
Pero antes de empezar, dos notas. Primero, para entender el tema un poco por encima podéis ver este vídeo de Juan Ramón Rallo, que bebe mucho de Michael Pettis y cuyo artículo recomiendo encarecidamente. También hay muchas ideas que podéis encontrar en gente como Noah Smith.
El efecto China
China subvenciona enormemente sus exportaciones. Esto significa que el Partido Comunista Chino obliga a sus súbditos a entregar parte de su salario a las empresas que venden en el extranjero. Concretamente, los chinos se llevan directamente entre el 40 y el 50% del PIB, frente al 70% de los americanos. Con este dinero pueden invertir para mejorar su productividad o simplemente vender más barato sin caer en quiebra. Sinceramente, no sé cuál de las dos cosas predomina y no es una materia poco importante, pero sabemos que ambas son significativamente relevantes.
El caso es que, debido a esto, China produce de más. Así, overcapacity ya se ha vuelto uno de los términos más explotados de la prensa económica internacional.
Pero lo importante es que si China produce de más, entonces otros países deben producir de menos (o dejar que China se coma producción sin vender). A cambio, claro, aumenta su consumo. Intuitivamente, si China subvenciona la venta de coches eléctricos entonces el resto del mundo no tiene tanta necesidad de producirlos por ellos mismos, y como son más baratos de lo que deberían (si no hubiera subsidios) entonces comprarán más.
Así pues, ¿los chinos nos están regalando cosas? ¿Gratis?
Sí.
El problema de las cosas gratis
Todos somos consumidores, y como tales nos gusta que lo que consumamos sea barato. Pero también somos productores. Si queremos consumir algo necesitamos dinero, dinero que ganamos produciendo bienes o servicios.
Si China nos regala coches entonces los que consumimos coches salimos ganando, pero no así los que los producen. Y claro, en una economía nacional todos los sectores están relacionados: una caída de los productores de coche puede llevarse consigo otros sectores que no tengan nada que ver.
Aquí es donde entran en juego los aranceles. Los aranceles son, sin ninguna duda, un impuesto a los consumidores locales. Muchos políticos populistas lo intentan vender como un impuesto que lo pagan los exportadores extranjeros, pero no es cierto y nunca lo será.
Ahora bien, los aranceles también son un subsidio, concretamente al complejo productor-exportador. ¿Veis por donde van los tiros?
Idealmente, si China te regala coches entonces aprovechas parte de ese regalo para reformar tu sector automovilístico y lo pones a hacer otras cosas. El problema, claro, es que esto lleva tiempo y probablemente suponga más recursos de los que te han regalado (en valor monetario, claro, no estoy diciendo que literalmente uses esos coches para llevar las piezas de la fábrica nueva).
Así pues, las decisiones que tome China en su casa afectan a las de EEUU (y Europa). Pero EEUU también tiene un arma muy poderosa: el dólar.
El poder del dólar
EEUU es el único agente económico del mundo capaz de suministrar activos seguros y bien remunerados de manera masiva. Estoy hablando de su deuda, también conocida por el nombre de dólares.
Este es un servicio extremadamente valioso que sustenta la prosperidad económica de todo el globo, y como sólo EEUU es capaz de proveerlo obviamente disfruta de ciertas prerrogativas.
En concreto, el mundo recompensa el suministro global de dólares que produce mediante préstamos muy baratos. Esto tiene mucho sentido: para que EEUU pueda proveer al mundo con dólares debe o correr grandes déficits (como ya hace) o correr grandes balanzas comerciales negativas (como también hace), así que la recompensa, lo que le tienes que ofrecer para que acepte este sacrificio, es que estas dos cosas le salgan lo más baratas e indoloras posible.
La economía básica nos dice que un país no debe correr déficits para financiar su gasto corriente, sino que debe reservarlos para inversiones productivas o como estímulo en las depresiones.
No obstante, esto es válido para un país normal, y EEUU no lo es. Para EEUU quizás lo ideal hubiera sido que aprovechara toda esa deuda “gratis” para bajar los impuestos y disparar su productividad (como ha ocurrido con la bajada al impuesto de sociedades de Trump).
Obviamente, ese no ha sido el caso. EEUU ha aprovechado su privilegio exorbitante, como diría de Gaulle, para consumir. Podríamos decir, sin equivocarnos demasiado, que básicamente ha servido para financiar el Obamacare.
Si quieres conocer la cacicada del Tribunal Supremo para aprobar Obamacare, junto con la historia completa de la perversión de la Constitución americana par expandir el poder del gobierno federal, puedes leer mi artículo aquí.
Pero bueno, hasta aquí tampoco ocurre nada particularmente trágico. Cierto, lo ideal hubiera sido dejar que los pobres súbditos chinos financiaran un boom económico/productivo en EEUU, pero que te paguen el seguro médico tampoco está mal. Claro, una parte de los productores y exportadores de tu país se verá afectada negativamente, pero gracias al privilegio del dólar empeorarán mucho menos de lo que lo harían de otra manera.
O al menos sería cierto si no existiera una tercera derivada.
Todo por la seguridad nacional
EEUU y China están en una especie de Guerra Tibia. Xi Jinping ha declarado, de palabra y obra, su intención de subyugar Taiwán. El resto del mundo, claro, se opone (algunos por ética, la mayoría por sus propios intereses). Además, la desaceleración de la economía china y el inminente declive demográfico son dos factores que empujan al presidente chino a ponerse agresivo ahora, antes de entrar en declive.
Y claro, ahora pensemos otra vez en el dilema monetario. China subsidia su industria, lo cual beneficia a los consumidores americanos en detrimento de sus productores. Tanto si EEUU usara estos subsidios y su privilegio del dólar para financiar su consumo o su productividad, lo más probable es que se mueva hacia un país menos industrializado (aunque menos industrializado todavía en el caso de favorecer el consumo).
Básicamente es dar el paso de fabricar iPhones a diseñarlos. O de fabricar tanques a diseñarlos.
En circunstancias normales, diseñar es lo mejor. Es un trabajo con mejores condiciones para los trabajadores y que encima se paga mejor. Cuando la gente habla de volver a industrializar un país tiene que tener en cuenta el simple hecho de que trabajar en fábricas es una cosa horrible y no nos gusta.
No obstante, la situación entre EEUU y China no es una circunstancia normal, es una Guerra Tibia. Y en una guerra, ¿realmente es preferible diseñar el tanque en vez de fabricarlo?
Y al final del día un tanque no es más que un coche con extras, por lo que es mucho más fácil convertir una fábrica de coches normales en una de tanques que reconvertir las cosas típicas de una economía especializada en servicios (aunque sea más rica).
Esto es un argumento a favor de los aranceles o una devaluación del dólar. Gente como JD Vance los defiende porque creen (con razón) que el status quo actual perjudica demasiado a buena parte del sector industrial americano. Esto no tendría que haber sido así: como ya hemos comentado, si EEUU hubiera usado su deuda para financiar (directa o indirectamente vía bajadas de impuestos) su sector productivo veríamos o una industria más fuerte o una reconversión indolora. Ahora, esto no quiere decir que sea el único argumento. Biden también es un gran fan de los aranceles, y aunque no para de repetir la narrativa de que eso generará miles de trabajos americanos, su equipo se centra más en que la seguridad nacional es una de las prioridades de la estrategia.
Los argumentos a favor del libre comercio con países no libres
¿Quiere decir lo anterior que deberíamos defender más aranceles? Sobre la política monetaria no me pronuncio (más de lo que he hecho) porque cero que no existe una “política monetaria neutra” a la que aspirar, pero sobre los aranceles aún hay otra cosa que decir.
Las dos guerras mundiales ocurrieron tras un periodo de altísimo proteccionismo. Y es que como dijo Bastiat: “por donde pasan las mercancías no pasan las balas”.
Si dos economías están muy interrelacionadas el coste de entrar en guerra aumenta. Pensad en dos países, uno que sólo produce trigo y otro que sólo tiene molinos para hacer pan. Si uno de los dos países cierra sus fronteras ambos mueren de hambre.
Pero claro, los países no son agentes racionales, sino grupos dirigidos por gente con sus propios intereses. Rusia no tenía ningún interés en Ucrania. Aún si la operación relámpago hubiera funcionado en los primeros días, los rusos no iban a vivir mejor, tan sólo ligeramente peor porque apenas podrían explotar a los ucranianos que quedaran, mientras que tendrían que lidiar con terrorismo y sanciones internacionales. Para Putin, en cambio, hubiera sido un auténtico éxito.
Y con China podría pasar lo mismo. El argumento de Bastiat es poderoso, sí, pero no infalible.
También hay que tener en cuenta que es posible que simplemente estemos exagerando la magnitud de la desindustrialización que “impone” China y/o que que los aranceles sean una forma terrible de revertir el proceso, pues cada puesto de trabajo generado sale por una millonada.
Conclusión
China financia la desindustrialización de Occidente. Esto presenta grandes retos económicos para Europa por la pérdida de un sector muy importante, y algo menos para EEUU, que lo tiene mucho más fácil para aprovechar la situación a su favor.
Pero ya sea que un país reconvierta exitosamente su sector industrial de forma indolora o no, el mero hecho de desindustrializarse supone una gran desventaja militar, y eso es lo último que quieres si pretendes entrar en guerra.
Para solucionar este problema no existen soluciones perfectas. O bien disparas los aranceles y otras regulaciones comerciales o devalúas el dólar, pero esto no sólo dañaría enormemente a los consumidores americanos (salvo a aquellos consumidores que también sean productores perjudicados por el status quo actual), también provocaría problemas por todo el globo. Recordemos: EEUU es el único país del mundo capaz de ofrecer activos seguros con un rendimiento decente de manera masiva. Y si se niega a hacerlo simplemente desaparecerá uno de los engranajes más importantes del sistema económico actual. Un engranaje que no será nada fácil de sustituir.