"La meritocracia es mala y además hay muy poca" o algo así
Si hay una cosa que odio, es que las palabras no signifiquen nada:
Sin lugar a dudas, el término más prostituido es “libertad”, pero “meritocracia” no se queda en absoluto atrás.1 Sea como fuere, lo realmente llamativo no es tanto como cada uno lo define como le apetezca a sus respectivas madres, es que las críticas son tremendamente confusas.
Cuando se habla de meritocracia, la cosa suele ir más o menos así:
> Este puesto lo debería obtener / lo ha obtenido la persona más cualificada.
< Pero las personas empiezan desde puntos de partida distintos, ¡esa persona no tiene más mérito!
El problema es la palabra mérito. Mérito suena a que algo es de quién “más méritos ha hecho para obtenerlos”, aunque no está claro si eso es un sinónimo perfecto de “el más cualificado” o “el que más se lo merece”2 (si no partimos de la premisa de que ambas cosas son lo mismo).
En todo caso, el lector atento habrá notado que la réplica no tiene nada que ver con el argumento. Si digo “a esta persona la tiene que operar el mejor cirujano (quien es X)” no me vale que me digas “pero X es el mejor cirujano por Y motivo (siempre ha tenido tutores privados muy buenos, una genética prodigiosa, etc), no por su esfuerzo”.
El problema, una vez más, es que se confunden palabras y motivos. La mayoría de gente defiende (de boquilla al menos, dudo que sea así en la realidad) que todo el mundo debería “partir de la misma posición” (signifique lo que eso signifique), y que entonces sí, que opere el mejor cirujano. Pero no nos dicen nada de quién debería operar hoy, que era el tema que se debatía.
Así, la mayoría de debates sobre la meritocracia (sobre quién debería hacer qué cosas, tener qué puesto o qué responsabilidad) no son debates sobre la meritocracia, sino que son debates sobre la educación, las redes de ayuda, etc.
Diría que por “meritocracia” la gente no piensa en la opción más sencilla, sino que lo asocian a todo un sistema de valores y reglas mucho más complejo. Meritocracia ya no significa “usted no va a tener este puesto porque sea hijo de Pepito o porque sea discapacitado, mujer o lo que sea, el puesto lo va a tener el mejor”, ahora meritocracia significa:
Tienes lo que te mereces (nuevamente, signifique lo que esto signifique).
No puedes cobrar un impuesto a alguien exitoso para dárselo a alguien que lo es menos (quizás esto sea cierto, aunque no creo, pero notar que nada tiene que ver con “la versión más simple de la meritocracia”).
No puedes ayudar a alguien en su niñez a ser un mejor trabajador (al menos con el dinero de la gente exitosa de las generaciones anteriores)
Ojo, no quiero que parezca que los críticos de la meritocracia son los únicos con errores de este tipo, muchas veces es culpa del “defensor”, que tampoco sabe muy bien qué está defendiendo.
Y todo esto es terrible, porque cuando digo “este puesto de bombero debería ser para la persona que más probabilidad tenga de salvarme si hay un incendio” voy a recibir muchas críticas, pero ninguna atacarán este punto. Lo cual es una putada, porque aquí no me importa el bombero, quién sea o de dónde haya salido, me importa mi vida.
Desde luego, a no ser que se defienda un igualitarismo material perfecto, es lógico pensar que optar por los puestos de más responsabilidad también te enriquecerá más, por lo que existirá una relación directa entre mérito e ingresos, que seguirá presente aún bajo cierta redistribución.
Pero el culmen de la tragicomedia viene cuando sacamos a pasear aquel chiste de Woody Allen que da título a este post:
Dos señoras de edad están en un hotel de alta montaña, y dice una: vaya, aquí la comida es realmente terrible. Y contesta la otra: sí, y además las raciones son tan pequeñas…
Para un porcentaje de gente no pequeño, y para mi sorpresa, la meritocracia está mal vista aún en su esencia más simple, esto es, “este puesto NO debería ser del más apto, sino que deberían primar otras consideraciones”. Sus argumentos suelen ser que esta idea fomenta memes nocivos en el imaginario colectivo (en castellano: que hará a la gente más pro-capitalista), pero su segundo argumento es… ¿qué no todos partimos de la misma línea, por lo que no podría haber verdadera meritocracia (ya hemos dicho que eso es un tanto absurdo, pero sigámosles el juego)?
Es decir, que la meritocracia es mala, y además no estamos en condiciones de alcanzar una meritocracia de verdad, que sería algo muy bueno, pero la meritocracia es mala.
Este artículo está quedando un poco raro, vamos a concluir
¿Debería la persona más opta ocupar un cargo? Sí.
¿Esto no viola en verdad el liberalismo? Sí, bajo el liberalismo un empresario podría dejarle las riendas de su empresa a un hijo tonto en vez de a un gestor capaz, en ese sentido el liberalismo (o el capitalismo definido como propiedad privada y libertad de mercado) no es intrínsecamente meritocrático, o al menos no más que la media de los seres humanos.
Al ocupar ese cargo, ¿se quedaría con buena parte de los beneficios positivos, particularmente el dinero? Sí.
¿Entonces no ayudamos a nadie? Sí lo hacemos. Hay motivos que nada tienen que ver con la meritocracia para ayudar coactivamente (i.e. impuestos y transferencias) a otras personas, el más sencillo es que bien hecho es un mecanismo fantástico para mejorar el bienestar de una parte importante de las sociedad con un coste muy pequeño para el resto.
Pero la línea de partida no es la misma para todo el mundo, ¿qué hacemos con eso? Sentido común.
¿Deberíamos igualar? No. Si unos padres quieren invertir más en la educación de su hijo (porque tengan más dinero, porque renuncien a un disfrute propio, o simplemente porque un banco les quiera patrocinar a un chico con potencial) claramente debería dejársele. Optimiza el criterio de justicia de Rawls (crea una desigualdad pero redunda en un mayor bienestar para el resto, al crear [de media] mejores profesionales) y también el de Nozick (no hay agresiones de por medio), lo cuál es más importante porque el de Rawls en verdad es un criterio terrible.
¿Y qué hacemos con el resto? Por un lado, en vez de buscar la igualdad de oportunidades (ni siquiera me meto con la imposibilidad del término, ¿qué hacemos con uno de los mayores predictores de fracaso: criarte por sólo uno de tus padres?) deberíamos buscar un mínimo de oportunidades. Este mínimo no tiene que ser fijo y debería moverse conforme se mueva la sociedad, y estar especialmente orientado a detectar buenos candidatos a grandes profesionales.
Creo que prácticamente todo el mundo debería defender esta medida aunque sea por motivos egoístas, pues (como explico en el artículo del punto anterior) repercutirá en un mayor beneficio para ellos.
En resumidas cuentas, la gente debería abrazar la meritocracia para crear a una élite profesional que haga empujar la barrera tecnológica y nos haga avanzar por el gradiente de Kardashev; y para ello es imperativo potenciar desde pequeño a quienes parezcan ser los mejores candidatos.
Esto no significa que haya que abandonar al resto, ni a los adultos ni a los niños con malas “condiciones de salida”, pero esta ayuda no puede estar enfocada a la “igualdad”, sino a maximizar el beneficio social (aquí debo hacer de abogado del diablo imparcial: sea lo que eso sea). De hecho, y permitiéndome ahora convertirme en lo que he jurado destruir: estas ayudas también deberían ser meritocráticas, pero “meritocracia” aquí no significa lo mismo que antes. ¿Y qué significa? Imagináoslo, así entenderéis mi desesperación con el mal uso de las palabras.
Existe incluso un tipo de persona que esgrime un argumento tal que “de hecho, «meritocracia» es un término que nació en una novela distópica done…”. No tengo palabras para definir el tormento al que sometería a esta gente.
Podríamos decir que el hecho de que mi padre construyera mi casa con sus propias manos tiene más «mérito» que si hubiera contratado a unos albañiles. ¿Pero esto es relevante para algo? ¿A alguien le importa “ese mérito”?
También podríamos decir que un cirujano en silla de ruedas y con alguna que otra enfermedad mental tiene muchísimo mérito, pero espero que todos veamos que ahí la palabra “mérito” significa algo distinto a la palabra “mérito” en “ese cirujano ha hecho muchos méritos para ser el que hoy día opera al presidente de EUU”. Aquí, “méritos” tiene que ver con demostrar ser el mejor, en el otro caso tiene que ver con el desarrollo personal.